La web estaba funcionando muy bien. Parecía que había pasado mucho tiempo desde aquel primer pedido al que todos mirábamos comprobando que no fuera de alguno de nuestros familiares o amigos. Fue nuestro primer cliente y se convirtió en todo un acontecimiento.

En esos primeros meses de vida -porque fueron tan sólo meses y todo iba muy rápido- invertimos todo lo que pudimos permitirnos en realizar captación de socios, utilizando, claro está, los escasos métodos y herramientas de hace diez años. Creamos vídeos virales con algunos juegos para captar nuevos registros; invertimos en mejorar la web y en dotarla de la calidad y seguridad necesaria para conseguir la confianza absoluta del cliente; conseguimos los sellos de calidad y confianza online; reforzamos el departamento de atención al cliente para una mejor experiencia de compra y fuimos probando diversas opciones para optimizar la logística de los envíos, entre otras cosas.

Parecía que estábamos listos, estábamos bien posicionados, conseguíamos buenas ventas, las marcas confiaban en nosotros, les gustaba cómo tratábamos sus productos y la protección de la marca la cuidábamos celosamente. Era el momento de crecer, planes solteros en san pedro del pinatar, tanto para vender más por tener más clientes, como para conseguir firmas que marcaban unos objetivos de ventas elevados que pasaban claramente por una base de datos más amplia.

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Una vez agotados los fondos del equipo emprendedor, comenzó nuestro peregrinaje para conseguir financiación. Búsqueda de bancos dispuestos a dar capital semilla, fondos de inversión, business angels, fondos de capital riesgo… llamamos a muchas puertas con nuestro proyecto funcionando y un plan de negocio ambicioso en mano, que incluía la creación de un “centro comercial virtual pionero” y la internacionalización de la empresa.

Nos dimos cuenta, y fue parte del aprendizaje, que nuestra apuesta personal y el compromiso del equipo era la clave para que un Fondo de Capital Riesgo depositara su confianza en nosotros. Así que con toda la carne en el asador finalmente lo conseguimos y llegamos a obtener el capital que necesitábamos para lograr nuestros objetivos ¡Lo teníamos!

[bctt tweet=»El compromiso del equipo era la clave para que un Fondo de Capital Riesgo confiase en nosotros» username=»@logicaecommerce»]

El capital obtenido se destinó a reforzar la plantilla en diversos departamentos. Aunque el de marketing era clave, ya que de él dependía nuestra capacidad de crecer en número de socios, igualmente importante era conseguir productos de marcas conocidas que llamasen la atención y que convirtieran esos socios en clientes, en compradores.

[bctt tweet=»El #marketing era clave y de él dependía nuestra capacidad de crecer en número de socios» username=»@logicaecommerce»]

Sin embargo, la apuesta más grande fue la inversión en captación, usando distintos proveedores de servicios para ello y distintos métodos. Hubo momentos en que no podíamos ampliar la base de datos al ritmo que queríamos, ya que llevaba tiempo hacerlo. No podíamos impacientarnos, teníamos los fondos pero no sólo era cuestión de dinero, había que hacerlo y llevaba su proceso. Con paciencia llegamos al primer millón de usuarios registrados y al final, llegaron a ser tres millones.

Las ventas crecían; fidelizábamos clientes que repetían una y otra vez y estrechábamos relación y lazos con proveedores que depositaban sus colecciones en nosotros para liquidarlas con los prometidos y ansiados descuentos para los clientes. Vendíamos mucho aunque no siempre bien, ya que la presión de la competencia, de los precios y de los plazos de entrega empezaba a hacer mella en los resultados.

Porque todo esto no es fácil, y aún es menos anticiparse a todos los posibles factores que puedan hacer que un negocio tan prometedor pueda finalmente acabar en “fracaso”, pero esto es una historia que merece un próximo capítulo.